sábado, 10 de marzo de 2012
Días complicados, días a olvidar
La tensión que tu mente
experimenta al verse enfrentada a la necesidad irracional de arañar las
paredes e ir pegando puñetazos a los cristales, con la de dejarse morir
en el sillón, a fosilizar mientras tus angustias se te comen vivo. El
peso de la responsabilidad y el deber frente a la liberación de salir
corriendo, de huir para no volver la vista atrás. La continua lucha de
querer soltar todo lo que te pasa y el miedo de que al sacar tus
fantasmas a la luz estos se materialicen, y el horror que te producen, se
intensifique. La impotencia de finalmente querer escupirlo todo y no
encontrar a nadie que lo quiera oír. La ira contra uno mismo por no ser
más sencillo, por no ser como lo demás, por estar hecho afín al
sufrimiento.
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