lunes, 30 de abril de 2012

Contraddicción en uno mismo



  


  Ser una contradicción en uno mismo no sé si es un defecto o una virtud, supongo que es de esas condenas que yacen en el limbo de las definiciones y transforman siempre en lo que peor nos convenga en cada momento. Debido a ello creo que quién me conoce no lo hace de verdad, por mi culpa, por mis complicaciones y desvaríos… Creo que hay poca gente que entiende que no soy lo que parezco, que soy esquiva, tímida y orgullosa, pero que todo esto queda detrás de una fachada. Que tanto mi locura transitoria, como los intercalados momentos de serena y calmada madurez, son parte de mí al mismo porcentaje y con la misma intensidad. Que soy 100% energética y física, como lo soy teórica y razonadora, y que el apalancamiento lo disfruto, aunque me da miedo que invada mi vida y por eso lo rechazo. Que necesito de la soledad tanto como la odio, y la requiero de la misma manera que el alboroto. Que las medias tintas me aburren y los extremos me agobian. Que soy dependiente del sol y el aire libre, y aun así disfruto el encierro. Que me paso la vida buscando algo más, porque el inconformismo corre por mis venas, y cuando encuentro un momento de sosegada felicidad lo relato incesantemente, porque sé que tendré que vivir de él por un tiempo. Que no soporto no ser perfecta en nada, y vivo intentándolo. Que soy la personificación de la competitividad, con los demás y sobretodo conmigo misma, pero que no lo exteriorizo demasiado porque en el fondo lo considero un medio defecto.

  Ser desconocida a veces lo veo como algo positivo, como un escudo ante el mundo y otras veces todo lo contrario, por exactamente la misma razón, desembocando así en una nueva contradicción.

  En fin, que me gustaría ser más simple, porque sería más fácil ser feliz, aunque espero, o al menos me aferro a la necesidad de creer que sería más aburrido.

Creo que mi vida es una continua lucha contra el aburrimiento.