lunes, 5 de noviembre de 2012

La Muerte de las estrellas




¿Qué hay más triste que ver morir una estrella?
Sobretodo una de aquellas que más brillaba, aquellas que nos congregaban a su alrededor y nos hipnotizaban con su poder.

¿Qué hay más doloroso que a sabiendas del desastroso final, no poder dejar de mirar, de ver su intensidad desaparecer paulatinamente? Porque en el fondo esperamos ver un resquicio de su antiguo poder, de su magia.

Y al no aparecer nos quedamos vacíos, quietos, en silencio, cruzando miradas, para constatar que nuestro dolor es compartido, qué todos los presentes, con cada segundo que pasa morimos un poco más por dentro.

Y ahora, ¿Cómo seguir adelante? ¿Cómo seguir viviendo con la alegría de los hombres, cuando sabemos que la muerte nos dejará una marca interior, imborrable, casi tan catastrófica, como la destrucción de su onda expansiva?

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