Éramos jóvenes, idealistas, y confiábamos que podríamos cambiar el mundo. Creamos millones de utopías que bailaban a nuestro alrededor y nos hacían sonreír pensando que algún día poblarían el mundo y cobrarían sentido haciendo la vida un poquito mejor. Pero la realidad llegó como un jarro de agua fría e hizo que despertáramos de nuestra fantasía. Hoy nuestros sueños y utopías se amontonan en un callejón oscuro sirviendo de hogar a vagabundos y gatos. Al principio la gente se preguntaba que eran todas esas cajas que brillaba y se mecían ante la pura e ilusionada mirada de un niño, pero hoy ya no le importa a nadie, no son más que una parte del esqueleto de esta ciudad sin vida ante la que la gente pasa sin hacer caso alguno.
Relato escrito para dar voz a una imagen en la cámara de escribir http://lacamaradeescribir.wordpress.com/2012/02/01/ene-006/
No hay comentarios:
Publicar un comentario