lunes, 23 de enero de 2012

CABARET VOLTAIRE


¿Acaso existe acaso una analogía más emocionante que la que en el Cabaret Voltaire se propuso? Mezcla de cultura y política, con mujeres, desenfreno, liberalismo y diversión.

Experiencias totalmente contradictorias, inconciliables en un mismo momento y lugar. Y aun así; sucedió.

El aire que se respiraba estaba cargado de sueños, de ganas de saber y de poner al mundo contra las cuerdas, y con él, a todos los seres humanos. La creatividad bullía de la mano de un idealismo político-cultural que creía en un mundo mejor, y de eso surgió el Dadá: fresco, irreverente, no seguía ninguno de los estamentos establecidos, y se alejaba de las demás vanguardias europeas de los años 20. No aspiraba a nada, y aun así lo cambió todo. Revolucionó la concepción del arte y diluyó el límite que hasta entonces existía entre el arte y el no arte.

Algo casi inocente, naive, sin pretensiones llegó a cuestionarlo todo, hasta el punto de que aún hoy sufrimos las consecuencias de todos los cimientos del pensamiento que el Dadá removió.

Volvamos al principio, y tratando de adoptar esta visión casi infantil, cuestionemos, experimentemos y revolucionemos los límites del razonamiento, de la cultura y de la relación que estos ejercen con la vida cotidiana, y con los placeres del pecado. ¡Rompamos moldes. quememos  guitarras!

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