Aun recuerdo el día
que me enamoré de la luna
Siempre en mi linea
De ansiar imposibles
Pero esta vez,
¡ y por dios lo juro!
Que yo no lo busqué
Pues Encontrábame ocupada
viviendo mi vida
Cuando de repente,
alcé la mirada
y me quede prendida
De sus ojos tristes,
de su triste boca,
de la noche oscura
que la rodeaba toda
No quise mirarla
pero sin quererlo me tenia
totalmente hechizada
con su dulce forma,
con su pose altiva.
¡O señora luna,
no me trate asi!
Que yo la deseo
y la quiero mejor
Deme una mirada,
ni que sea por favor
Que algun día de estos
Cuando marche de aquí
Querré proclamar
Que si mi amor con la luna
Nunca pudo empezar
No pasará nada
Porque una triste noche me supo mirar
Y con eso llega
!Ya ve, nada mas!
No
quiero recordar la última vez que fui capaz de leer un libro completo, ni de
escribir esas líneas que solo tienen sentido para mí pero que lo son todo,
porque son mi catarsis. Ni la última vez que disfruté una buena película, de
esas de antaño que se ven por el placer de verlas y punto, ni siquiera soy
capaz de concluir la última vez que me tiré en el sofá con buena música de
fondo y una copa de vino en la mano a no hacer nada, a reflexionar, a bajarme
por un rato de esta vida de locos que he elegido vivir… Me he subido a un carro
que va a demasiada velocidad para poder retomar los pequeños placeres de la
vida, y ahora estoy observando desde la ventanilla a la gente que dejo atrás en
el arcén y que sí es capaz de hacer esas cosas, y me pregunto ¿merece
la pena? Y soy consciente de que no, pero también soy consciente de que esto es
una etapa, y que aunque me encantaría ser capaz de poder hacerlo todo, hasta yo
tengo mis límites, y la velocidad, la hipérbole de actividad me gusta y la he
elegido yo, solo espero saber cuándo decir basta, poder frenar este bólido en
el que voluntariamente me he subido para volver a disfrutar del placer de hacer
el camino a pie, al menos un rato, ya aparecerá un carro de caballos más
adelante que gustosamente me acoja en mi intento de vivir, y en mi
eterna voluntad de cambiar velocidades, porque la monotonía me aburre. O igual
llegará un momento en que me encuentre lo suficientemente cómoda en una marcha,
que me pueda permitir el lujo de continuar mi vida a piñón fijo. Hoy por hoy
solo puedo aceptar que mi necesidad de buscar es inmensa, que necesito meter la nariz en absolutamente todos los jardines y
probarlo todo, y quererlo todo y disfrutarlo todo, y vivirlo todo, siempre intensamente. Y que lo que pase más adelante es una incógnita que me muero por descubrir.